El Imperio Romano dominó la mayor parte de la Europa moderna y otras regiones durante los primeros cuatro siglos de nuestra era. La ciudad de Roma tenía un millón de habitantes y el imperio abarcaba cincuenta o más, que hablaban más de cien lenguas además del latín, idioma de la administración central.
El alcance de la influencia de Roma constituye un punto crucial para comprender su mitología, y no podría haberse mantenido un cuerpo único de tradiciones mitológicas y religiosas en un área tan extensa. Los mitos egipcios de Isis y Osiris, los griegos de Edipo y Agamenón, los celtas que se contaban en la Galia y Britania eran, en cierto modo, romanos: los habitantes del imperio, o de algunas partes del imperio, podían considerarse propios. Los romanos asimilaron los mitos de los pueblos conquistados. Para el observador contemporáneo, el resultado de tal proceso es una serie de imágenes en apariencia contradictorias: templos de deidades latinas nativas junto a los de dioses griegos u orientales; sacerdotes romanos de alto rango codo a codo con los sacerdotes vistosos y extraños de la Gran Madre, que se autocastraban. No puede extrañar que algunos romanos debatieran sobre la "auténtica" religión o mitología romanas.
Pero en esta cultura tan ecléctica se consideraban claramente romanos una serie de mitos, el más conocido de los cuales trata sobre la fundación de la ciudad (sobre Eneas y Rómulo) y sobre los héroes legendarios de las épocas primitivas. Para los romanos, el mito más importante era el de la historia de su ciudad.
Los habitantes del imperio consideraban a Roma ciudad sagrada y demarcada por unos límites muy sagrados igualmente, el pomerium. Según la tradición, en el interior de este espacio religioso se desarrollaron muchos de los acontecimientos del pasado de Roma, cuya localización exacta aún se cocnocía y conmemoraba en los principios de nuestra era. La gruta Lupercal, en la que la loba amamantó a Rómulo y Remo se identificaba con una cueva situada en la ladera d ela colina Palatina. En la misma colina, se conservó una choza de madera en la que supuestamente vivió el propio Rómulo. Entre éste y otros ejemplos, la ciudad de Roma sirvió como continuo recuerdo de la tradición mítica.
No es simple coincidencia que las deidades romanas más importantes del panteón tuvieran un carácter semejante al de las griegas. Algunas se importaron directamente del mundo griego: Esculapio, por ejemplo, dios de la medicina, deriva de del griego Asclepio; Júpiter es el equivalente de Zeus; Venus, de Afrodita, etc. Palas Atenea se transformó en Minerva, protectora de las artes entre los etruscos. A Diana, diosa de los bosques itálicos, se la identificaba con la griega Artemisa. La mayoría de los mitos que los romanos tejieron en torno a sus dioses eran préstamos griegos o tímidas invenciones según el modelo helénico.
El dios Jano
Una considerable excepción la constituye Jano, dios de las puertas y los arcos, cuyos poderes quedaron establecidos en la religión romana en época temprana. No tenía un equivalente griego y se le representaba en las monedas mirando en dos direcciones, debido a su vínculo con las entradas y salidas, los comienzos y los finales. Le estaba consagrado el primer mes del año (ianuarius) y se le invocaba públicamente le primer día de enero. Su representación bifronte lo relaciona con los cambios y las transformaciones y, por tanto, su protección se extendía a aquellos que deseaban variar el orden de las cosas. Su principal templo en el Foro Romano tenía puertas que daban al este y oeste, hacia el principio y el final del día.
Los dioses del hogar, Lares, solían representarse como figuras vestidas con una túnica corta acampanada y un cuerno y una vasija para las ofrendas en las manos, pero estas deidades no desempeñaban ninguna función en las narraciones míticas. Había otras deidades menores asociadas con diversas actividades humanas a los que nunca se les representaba con forma humana y que no constituían tampoco material para la creación de mitos, al igual que las deidades que simplemente personificaban cualidades humanas, como Fides ("fe"), Honos ("honor") o Spes ("esperanza").
Una de las divinidades más exóticas que se introdujo en Roma fue la Gran Madre o Magna Mater, tomada del Asia Menor en 204 a.C. Con la esperanza de vencer en la guerra contra los cartagineses, encabezados por Aníbal, los romanos consultaron un oráculo local, que dio una extraña respuesta: "La madre está ausente, buscad a la madre. Cuando venga, debe ser recibida por manos castas." Desconcertados, pidieron una segunda opinión al oráculo de Delfos, que les aconsejó que "recogieran a la Madre de los Dioses, que se encuentra en el monte Ida." Enviaron una embajada al rey Átalo, en cuyo territorio se alzaba el monte Ida, y le preguntaron si podían llevarse la imagen de la Gran Madre a Roma.
La Gran Madre o Cibeles
Átalo les negó el permiso, pero la diosa habló milagrosamente y dijo que era su deseo partir. Atemorizado ante sus palabras, el rey dio su consentimiento y se construyó un barco para que transportase la preciada carga.
La larga travesía por el Mediterráneo finalizó en Ostia, el puerto de Roma, en la desembocadura del Tíber, donde se congregaron todos los ciudadanos para recibir a la diosa. Intentaron empujar la embarcación hasta la orilla, pero estaba encallada en el lodo y no se movía. Los romanos temieron no poder cumplir los términos del oráculo; pero apareció Claudia Quinta, una mujer noble a la que se había acusado injustamente de no ser casta basándose en que vestía con demasiada elegancia y en que tenía la lengua demasiado afilada en las discusiones con los hombres. Sabiéndose inocente, llegó a la desembocadura y alzó las manos, suplicando a la Gran Madre: "¡Si soy inocente de todas las acusaciones, ven a mis castas manos, oh, diosa!" Liberó el barco sin esfuerzo y la imagen fue escoltada hasta su nuevo templo.
Paralelismos griegos y romanos
Júpiter/Zeus Dios del cielo, dios supremo
Juno/Hera Consorte de Júpiter
Minerva/Atenea Diosa de la sabiduría
Apolo/Apolo Dios de la curación, la poesía y la música
Diana/Artemisa Diosa de la caza
Ceres/Deméter Diosa de los cultivos
Baco/Dionisos Dios del vino
Marte/Ares Dios de la guerra
Venus/Afrodita Diosa del amor
Neptuno/Poseidón Dios del mar
Mercurio/Hermes Dios del comercio, mensajero divino
Vesta /Hestia Diosa del hogar
Liber/Dionisos Dios del éxtasis
Saturno/Crono Dios de la seimbra y de las semillas
Dis Pater/Hades Dios de los infiernos
Fauno/Pan Dios de los bosques
Cupido/Eros Dios del amor
Vulcano/Hefesto Dios del fuego y de las fraguas
Esculapio/Asclepio Dios de la medicina
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA:
WILLIS, R.: Mitología del mundo, Evergreen, 2006.
DUMÉZIL, G.: Mito y epopeya. III.Historias romanas, Fondo de Cultura Económica, 1996.
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