El Romance de Genji es una enorme novela japonesa, dos veces más extensa que El Quijote, en la que aparecen 430 personajes, todos aristócratas, y que abarca cuatro generaciones. Contiene también 800 poemas, todos tankas. Con todo, la obra quedó incompleta. Su autora, una mujer, MURASAKI SHIKIBU, que tardó veinte años en escribirla, desde 1002 a 1022. Su intención era presentar el mundo en su doble faz, el lado sombrío junto al luminoso, y transmitir lo efímero y lo bello de la vida.
El héroe principal es Genji (> Fuente) o Príncipe Radiante, hijo del Emperador. Shikibu novela los romances del protagonista. Genji tenía una esposa principal, Malvarrosa (Aoi), cuatro años mayor que él. Ambos conciben a Niebla Vespertina (Yugiri). Después, Genji tiene unas consortes secunadrias: Caparazón de Cigarra (Utsusemi); Violeta (Murasaki), su favorita por parecerse a un amor imposible; Pabellón de Glicinas (Fujitsubo), con la que mantiene relaciones adúlteras e incestuosas, pues era la consorte de su padre, y con quien tiene a Reizei; Flor de Azafrán, hija de un príncipe; Azahar, hermana de una amante de su padre; Gema, hija d eun gobernador; y la Princesa Tercera, su propia sobrina, quien lo traiciona con Roble, hijo de su rival Coronel Saicer. De esta relación entre Princesa Tercera y Roble nace el héroe de la segunda parte de la obra: Aroma.
Además de sus mujeres oficiales, Genji también disfruta de otros amoríos con nueve mujeres: la citada Pabellón de Glicinas; la Dama de la Sexta Avenida, viuda de un príncipe; la Dama de Noche, antes amante del Coronel; una Danzarina; una Azafata de Palacio, de sesenta años; Pálida Luna, que luego será consorte del Emperador; Otoñal, hija de la Dama de la Sexta Avenida y más tarde consorte de Reizei; Diadema, hija de Dama de Noche y del Cornel; y Pilar de Tala, luego consorte del hijo del Coronel, llamado Ciruelo Rojo.
La novela se considera la obra maestra de la literatura japonesa. La obra está dirigida a las mujeres de la aristocracia. Se trata, sin duda, d euna de las novelas más antiguas de la historia, si no la primera. Un bello retrato de la realeza japonesa entre los siglos X y XI.
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