En el lenguaje jeroglífico egipcio, la abeja servía como determinativo de los nombres reales, pero, sobre todo, significaba las ideas de laboriosidad, creación y riqueza, imágenes que derivan de la producción de la miel. En la Biblia, aparece con el mismo sentido. En Grecia supuso el emblema del trabajo y la obediencia. Según los órficos (seguidores de la doctrina de Orfeo), las almas eran simbolizadas por las abejas, no sólo a causa de la miel, sino por su individualidad al salir en forma de enjambre. Con el mismo sentido espiritual se encuentra en la tradición indoaria y en la musulmana. También puede ser símbolo de matriarcado (la abeja reina). Así pues, está relacionada con diosas griegas como Deméter y Perséfone, entre otras, por lo que la abeja se relaciona a su vez con la significación mágico-religiosa de muerte y resurrección.
Entre los hititas fue aparece en la mitología como servidora de los dioses, dado que productos como la miel y la cera eran muy apreciados. En mitos sumerios y acadios, la miel aparece en contextos amorosos. En una versión cretense del nacimiento de Zeus, se dice que las abejas protegieron al joven dios, por lo que el símbolo de la abeja se asocia a lo celestial y a lo solar.
En este sentido, la MIEL suele simbolizar la sabiduría. El axioma "las abejas nacen de los bueyes" (el buey significa sacrificio) viene a expresar la idea de que no hay conocimiento superior sin sufrimiento. La miel también puede simbolizar el renacimiento, el cambio de personalidad en sentido trascendente. En la India, la miel puede significar el yo superior (como el fuego). Por ser la miel el resultado de un misterioso proceso de elaboración, se corresponde al trabajo espiritual ejercido sobre uno mismo. En la literatura, tanto la abeja como la miel, además de resaltar las significaciones que hemos señalado, se concretan en un tópico literario muy concreto del discurso amoroso: el tópico de la Dulce Herida:
"¿Por qué, abeja que liba entre flores, la piel de Heliodora tocaste, abandonando los cálices vernales? ¿Por decir que también ella sabe clavar en el alma el aguijón de Eros siempre dulce y amargo? Si tal, como creo, es tu intento, ya puedes volverte, amiga del amante, que hace tiempo lo sabemos."
Meleagro V, 163.
Meleagro V, 163.
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA:
CIRLOT, J.E.: Diccionario de símbolos, Siruela, 1997.
HERNÁNDEZ URIEL, P.: "Algunas anotaciones sobre la abeja y la miel en el mundo antiguo", Espacio, Tiempo y Forma, Serie II, Historia Antigua, nº 1, 1988, pp. 185-208.
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